miércoles, marzo 25, 2015

Bully al Volante

Estoy aprendiendo a manejar. Tarde, pero aprendiendo. Lo hice por necesidad más que por otra cosa. Solo recordar los viajes en ómnibus hasta Carrasco, que hacía hace 6 años, me hace ir a clase con ganas. 

En fin, el curso al que voy da clases teóricas de manejo. Tres clases que no son de gran novedad para la mayoría de los mortales y resumen la esencia del sentido común al volante. Lo curioso de las clases, que es donde reparo la mayor parte del tiempo, son mis “compañeros”, es decir, los otros borregos del volante. No son borregos en realidad, hay gente bastante más grande que yo, además de pendejos de 18 años recién cumplidos que quieren usufructuar su mayoría de edad. 

La clase de hoy me hizo sentir pena. Hay un compañero, un hombre de unos cuarenta y algo, claramente con algún tipo de falla. No tan notoria en los estudios (porque sino ni lo subirían a un auto), pero falla al fin. El tipo es muy ansioso y con propensión a participar de la clase. En ese tipo de clases, generalmente se participa. Se adivina sobre el sentido común, que son las reglas de tránsito. El profesor hasta felicita cuando la respuesta de sentido común, no es tan común. La cuestión es que este tipo siempre participa y emboca una de 5, 6 situaciones. La mayoría no habla, pero él si. Siempre. Se nota que le gusta, que le interesa, que quiere aprender. Sus intervenciones me llevan en cada mano levantada a la época de Primer Año de Escuela, o antes, cuando la ingenuidad era la moneda corriente. La verdad es que rompe mucho los huevos, pero por alguna razón, disfruto que haya alguien que aprovecha una clase tan pelotuda. Pero hoy pasó algo. Hoy fue la última de las tres clases y participó igual que siempre, con interés e ingenuidad en dosis similares, pero en el fondo del salón, donde estaba yo que siempre llego veinte minutos tarde, había un grupo de otros adultos, por los cuales no pude evitar sentir un profundo rechazo. Tipos grandes que se reían a carcajadas del hombre. No se reían para adentro, se reían a carcajadas de las respuestas que daba, contagiando gente, afectándolo. Así, la última hora de clase. Y no pude evitar extrapolar el por qué de muchos males y cosas que los viejos suelen achacarle a los más jóvenes. Hoy vi a un grupo de personas grandes, haciendo de los “vivos” de la clase, en una clase de manejo. En una clase de sentido común. 


No puedo dejar de pensar en la ironía que representa eso que viví. No puedo dejar de pensar en lo pelotudos que serán los hijos de esos tipos de cuarenta años que se sientan al fondo del salón y que se creen vivísimos por reírse de un tipo con problemas en una clase de sentido común. No quiero ni imaginar en el sentido común que manejan esos niños. Deben ir a la Escuela a aprender a sumar, restar y multiplicar, pero nadie les enseñó a respetar. 

Tal vez sea de sentido común ir a clases de eso. 

martes, septiembre 11, 2012

La revolución y el sueño.

Todas, casi todas la veces que he tenido pensamientos realmente revolucionarios, inmediatamente después me vino sueño. Y un sueño tan grande que he dejado de tener pensamientos revolucionarios por ese día.
Creo que el hecho de estar escibiendo sobre haber tenido pensamientos revolucionarios y que después me vino sueño, es una revolución en sí mismo. De hecho, es el comienzo de una revolución que por suerte hoy he podido comenzar a escribir.

Espero no dormirme más.


viernes, agosto 10, 2012

Equilibrio


Lo que vos esperás de vos.
Lo que los demás esperan de vos.
Lo que vos esperás de vos.
Lo que los demás esperan de vos.
Lo que vos esperás de vos.
Lo que los demás esperan de vos.
Lo que vos esperás de vos.
Lo que los demás esperan de vos.  
Lo que vos esperás de los demás.
Lo que vos esperás de los demás.
Lo que vos esperás.
Lo que vos esperás.
Esperás.
Esperás.
Seguís esperando.
Y mientras esperás, volvés a pensar en lo que vos esperás de vos.
Y dejás de esperar por nadie más que por vos. 

Finalmente equilibrio.

martes, julio 10, 2012

Hablo de laburo.


Sentado en el despacho de la psicologa hablo de laburo.
Tirado en la cama con la computadora hablo de laburo.
Sentado frente a la computadora en la agencia, lógicamente hablo de laburo.
Con mis amigos, reunido, hablo de laburo.
Con conocidos, hablo de laburo.
Con los amigos de mis padres que me preguntan si hice tal aviso, hablo de laburo.
Con mi suegra, hablo de laburo.

Con mi novia, hablo de cualquier cosa, menos de laburo. Sino se aburre.

En la vida no todo es laburo.

También es hablar de otras cosas que dan placer:

miércoles, abril 25, 2012

Horizonte.


Por estos días me viene siendo muy difícil poder quedarme quieto. No estático, no soy como los niños que tienen “hormigas en el orto”. Es la cabeza. Siempre tiene que estar en un lugar. Preocupándose por algo nuevo y por las cosas de siempre a la vez. Es la bomba que toca desactivar. Es la llave a un cajón de respuestas sobre la vida que hoy vivo y quiero poder hacer de una forma más placentera. No se me malentienda, estoy bien. Pero puedo estar mejor, porque dentro del bien hay matices.
Cuando todo me supera un poco. Las personas, el trabajo, los hobbys que ya son trabajo, solo pienso en el horizonte del futuro. Un futuro en el que hay un pedazo de mundo para no preocuparme por estas cosas. Una pizca de tierra para plantar salud y cosechar otro horizonte del cual pueda sentirme orgulloso. Son lo que llamamos planes. Es lo que invocamos cuando nos olvidamos de pensar por un rato. Y cuando eso pasa me doy cuenta que el camino a la felicidad está dibujado, y felizmente puedo verlo. Y felizmente, a pesar de que no es felicidad en presente, es felicidad al fin.
Hoy vi una frase muy buena de Jhon Lennon. No soy mamón de Lennon, pero esta mini anécdota me dejó descansando de la rutina un buen rato, aunque el concepto es conocido:

“When I was 5 years old, my mother always told me that happiness was the key to life. When I went to school, they asked me what I wanted to be when I grew up. I wrote down ‘happy’. They told me I didn’t understand the assignment, and I told them they didn’t understand life.”

 

jueves, abril 19, 2012

Piel de Gallina.

La buena publicidad siempre es creativa. Es decir, tienen en su ADN el gérmen de algo nuevo. Una idea es más o menos buena en la medida que ese gérmen se diferencia de su último antecesor. Cuando ese gérmen está muy lejos de su antecesor, hablamos de una innovación, cuando está cerca, hablamos de una buena idea.
Hoy, viendo los ganadores de un conocido festival vi un aviso que responde a la segunda opción que comentaba anteriormente. El gérmen no está tan despegado, pero el aviso está tan bien hecho que me dejó la piel de gallina y puedo decir que ese minuto y medio que dura, me puse sensible. Es la imagen, es la música, es el texto. Es todo junto. Es un hermoso aviso.

jueves, marzo 29, 2012

Calladito.


En el egocentrismo siempre vive un gran inseguro. Lo aprendí esta semana de la forma en que no mucha gente querría experimentarlo. Todo mal, si, es un bajón, pero a raíz de eso, entendí muchas cosas, como que nunca se termina de conocer a las personas, comenzando por mi. La sorpresa también cayó a nivel personal. Me di cuenta que a pesar de eso que todavía sigo trabajando, hay muchas otras que ya son cuestión del pasado. Una de ellas, la necesidad a sentirme aprobado. Si te sentís bien y hacés las cosas mejor, no necesitás que nadie te diga nada para reafirmar ese sentimiento. Disfrutar las victorias, no importa de que tamaño, en el silencio de tu propia satisfacción es un lujo que se pueden dar pocos, porque es algo que no todos pueden hacer. El resto es para sublimar problemitas que se hablan con el psicólogo. Bien yo. Estoy mucho mejor.